viernes, 30 de mayo de 2008

Sobre Eugenia Robleda

Una valquiria embravecida
(Texto para la presentación de "Bosque Dorado Teñido de Sangre" de Eugenia Robleda)

En las primitivas lenguas germánicas, valquiria significa, la que elige a los muertos. Jorge Luis Borges explica, en el mítico Libro de los Seres Imaginarios, que un conjuro anglosajón describe a las valquirias como mujeres resonantes cuando cabalgaban sobre la altura y resueltas cuando cabalgaban sobre la tierra. Las valquirias eran poderosas.
En la mitología escandinava estas mujeres eran vírgenes “armadas y hermosas” que elegían a los caídos en combate y llevaban sus almas al épico paraíso de Odín, techado en oro e iluminado por espadas. Hasta ahí llegaban las almas de los elegidos por las valquirias.
Pero los muertos señalados por las valquirias no podría ser cualquiera. Eran guerreros, caídos violentamente, en batalla, en medio de la sangre, con una espada incrustada en el pecho o un hacha atravesando su cráneo.
Podríamos decir entonces, que Eugenia Robleda en su Bosque Dorado Teñido de Sangre que hoy nos reúne, hace las veces de una valquiria embravecida. En el primer cuento del libro: titulado “El Dolor”, Eugenia construye una historia de guerreros –por así decirlo-, de mujeres y hombres que luchan, se destruyen violentamente, se violan, se desgarran, se seducen, se asesinan.
La técnica narrativa con que se construye ese texto es peculiar. Una escalada o una avalancha, podríamos decir. Una cadena, una historia que une las historias de otros, una mujer enamorada de un hombre que la toma por confusión, un odio nacido por nunca tener aquello que se añora.
En “El Dolor” leemos a una narradora que lanza flechas con cadenas, las estira y hala, elabora un laberinto sentimental a base de cuerpos que se unen, rozan y poseen. Paulina, Roberto, Susana, Santiago, Magdalena, Armando, Chucho, Alejandro son los nombres de esos personajes y pueden ser los nombres, actitudes o historias de cualquiera al lado de nosotros. Una historia construida en la confusión y con ciertos rasgos poéticos: “él había muerto, su cráneo se estrello junto con su automóvil”.
Sin embargo, esta valquiria, no cesa en capturar y elegir desposeídos y desalmados. En “Regálame un Día” nos cuenta la historia de un vampiro, que parece más una representación simbólica del universo desalmado en el que vivimos:
“Los dedos de Noctámbulo Necrosio, bailan sobre las teclas blancas y rojas del piano. Sueña con la sangre que derramará mañana, le gusta ese olor acre que despide la sangre de los católicos, no de todos, de los que llevan el aroma del evangelio en sus venas, de los que enseñan una cara frente a Dios y otra detrás de su prójimo, de los que pueblan sus sueños con los demonios del infierno…”.
Así, nos encontramos con una Eugenia Robleda que además es una valquiria, a la usanza germánica y escandinava, una narradora que reúne en sus relatos porciones de una realidad avasallante, onírica, dolorosa, amorosa, tierna, futurista, gótica… la narradora que eligió a varios muertos para sus cuentos hechos para leerse por la noche, con una copa de sangre y un platón lleno de carne humana destazada por esta valquiria embravecida.

Esaú Hernández
Colima, Colima a 29 de Mayo de 2008

No hay comentarios.: