martes, 28 de noviembre de 2006

Son Pa´l Corazón son son son...

Noviembre 20
La poesía comienza un nuevo andar. El Festival tiene sus primeras luces y no son de esta tierra, provienen del hielo donde el calor es inútil y donde la lluvia es magma que lastima y congela. Annick y Rosalie hacen su primera aparición. Bajan del avión y el asombro es de ellas. El camino a Manzanillo es oscuro: i didn´t see any dark colour like this, escuché balbucear.
Los ojos (sus Ojos) entran en mí pecho y de ahí jamás saldrían. Esa noche, fue mía por primera vez, sin que lo supiera.

Noviembre 21
Aprendí a desandar mis propios textos. Aprendí de ella que este magma debe ser compartido y que en el Mercado las fragancias danzan sobre el tiempo. Yo no soy Stevie Wonder, le digo, ni soy negro... pero me duele todo y me gustaría estar dormido en sus adentros. Esos ojos siguen en mí, esos ojos me siguen, esos ojos... No pude leer con ella pero intento leer su cuerpo: cuántos valles, cuántas llanuras, cuántos silencios, cuántos besos y esos labios. Despierto. Estoy cansado y su luz sega mi pecho. Es de noche y ella lejos, donde el Tiburón Blanco caza...

Noviembre 22
Descubrí que Cecilia es silencio. Es cierto que la música es nuestra, es cierto que las palabras nos pertenecen, pregunta. Sus ojos me lanzan tantas dudas y yo tengo la certeza de que ese fuego apenas será mío, que ese fuego derretirá este chocolate que llevo por dentro. Desde entonces las madrugadas de los jueves son nuestras, Ojos. Mi faro, es su cuerpo.

Noviembre 23
El chocolate no sabe hasta dónde llega su maldad, le advierte Dora Moro. Y sus Ojos tiemblan, lloran como el tiempo. Sólo me queda la esperanza de que mi fuego la consuma y en ella, mis palabras hagan eco. También, las madrugadas de los viernes son nuestras. La tengo impregnada en mi cuerpo. Y quiero cantar elegías a través del teléfono. La extraño. Duermo en Colima y la distancia bulle en mis ojos...

Noviembre 24
Colima es la ciudad de las palmas y sus pechos mi nueva morada. Los Candiles son un Hospital donde se cura a los muertos. Allí bebí el salmo y allí le entregué mi mejor poesía. Allí curé mis viejos dolores y comencé un nuevo sufrimiento: la distancia, la pesada distancia desde aquí hasta su cuerpo. En mi pecho la llevo, en mi boca guardo ese llanto suyo dulce y amargo, ese llanto suyo que nació desde mi vientre. Lloro, llora; pero, pronto, muy pronto, corazón, muy pronto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bonito, querido. Espero que ella lo vea y, a pesar de no entender sus letras, lo comprenda con otro idioma... y que esa magia nunca se evapore porque sólo se presenta una vez en la vida.