martes, 24 de julio de 2007

Bajo Cero, Francisco Hernández

En los pensamiento del suicida hay un vacío
que sólo se llena con temperaturas bajo cero.
Los pensamientos del suicida no son rápidos
ni brumosos: únicamente son fríos.

La mente no está en blanco: está congelada.
Aparece, con filo de navaja, una sensación de
tranquilidad que se presiente interminable.

Con el cerebro convertido en iceberg nada se
recuerda. Ni la piel más querida, ni el nombre
de los hijos, ni los abrasamientos de la poesía.

El suicida es la viva imagen de la soledad.
Nadie acude a ese trozo de hielo que una bala
cruza de polo a polo.

Aun en los trópicos, cuando alguien se suicida,
comienza tristemente a nevar.


(Francisco Hernández es chiapaneco. Nació en San Andrés Tuxtla hacia 1946. Según el texto Dos Siglos de Poesía Mexicana, Del XIX al Fin del Milenio: Una Antología, de Juan Domingo Argüelles, editado por Océano, el poeta es uno de los que han contribuido a la renovación del lenguaje poético mexicano. Este poema, en especial, es -como dice- frigorífico).

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