......
Los tobillos encadenados a la prudencia, gruñen
mientras las manos a cara de asombro lavan,
y ¿para qué?
¿Qué necesidad tengo de este azar?
¿él decide si mi suspiro es de orgasmo
o de muerte?
......
Me quedo.
no sé quién la bella, ni la bestia,
me apago de a poco rinconcito escarlata
a comprender que la duda, la sed, la mentada de madre,
son espejos del pasado, custodin las ganas,
quién sabe por qué cosa o por qué mala jugada,
por mala suerte o buen tino.
.......
Y luego un buche de tinto
el grito a la mama chiquita
esa que viene y acaricia lo rojo.
Como de buena cepa callarse
como de buena cuna las niñas no abren las piernas.
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(La Apuesta, Dora Moro, 2007 Alforja Poesía)
Què hay de nuevo Èsaù, què tal el calor.....
ResponderBorrarsaludos.
indira
Qué onda Indirotsa. Tanto sin saber de usted, cómo van esos cuentos, que -me han contado- te quedan muy bien. A ver cuándo le organizamos una lectura en público. ¿O se aprieta?
ResponderBorrarPues no sè quièn le echò muchas mentirillas, pues organiza algo y le entramos.
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